En el lenguaje cinematográfico la disolvencia es un término que se refiere a un tránsito entre dos planos, ese espacio en el que una imagen se disuelve con aquella que ocupará su sitio en la pantalla. La disolvencia es pasaje, es frontera, es una zona liminal en la que conviven lo que no ha dejado de aparecer y lo que aún no aparece.
La disolvencia se impone como el eje de la programación que Danza UNAM ha preparado para el cierre del 2018. Disolver es el nombre del proyecto que presenta el artista Shantí Vera y que alude a la ausencia del cuerpo, a aquello que se disuelve y que sin embargo, permanece: la historia, la situación, el movimiento, la postura.
Tránsito entre dos planos, el del espectador y el del intérprete, es el que expone el coreógrafo y bailarín español Juan Domínguez en My only memory; tránsito del lenguaje al cuerpo, de la visión a las visiones, es el que indaga el artista hispano en su pieza Entre lo que ya no está y lo que todavía no está.
Gilles Jobin, por su parte, invita al espectador a disolverse en una coreografía desarrollada en realidad virtual inmersiva a través de la pieza VR_I; mientras que Gregorio Trejo continúa explorando la zona de tránsito cronológica en la pieza La gran búsqueda del tiempo perdido… Tic tac.
Disolvencia entre lo humano y lo animal es la que propone la compañía Fóramen, mientras Iván Sánchez planteará, a través de movimientos, los Límites difusos entre lo coreográfico y lo político.