Coordenada 5. Reloj de Sol de Tlatelolco
M68 Cartografía de la Resistencia Coordenada 5. Reloj de sol de Tlatelolco
Miércoles 19 de septiembre, a las 19:00 horas
Coordenada espacial: Reloj de sol (memorial del terremoto de 1985), Unidad Habitacional Tlatelolco.
Acto coreográfico a cargo del Barro Rojo Arte Escénico.
Dirección: Laura Rocha
El edificio Nuevo León, del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, símbolo del utópico México moderno de los sesenta, colapsó luego de que la Ciudad de México fuera sacudida por un sismo de 8.1 grados Richter.
El reloj marcaba las 7:17 de la mañana del jueves 19 de septiembre cuando comenzó un temblor devastador en la Ciudad de México.
El epicentro se localizó en las costas de Michoacán y Guerrero. Rotura del contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica en una extensión de 50 km × 170 km y unos 18 km de profundidad. Su magnitud: 8.1 grados en la escala de Richter, según informó el Instituto de Geofísica de la UNAM. Fue un sismo trepidatorio y oscilatorio a la vez.
En sólo un par de minutos dejó un trágico despertar: muertos, heridos, desaparecidos, damnificados, edificios públicos, privados y casas destruidas; inmuebles en peligro de caer; interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas; múltiples rupturas en el asfalto y la paralización total en el servicio de transporte colectivo. Millones de capitalinos se encontraban en las calles. Del Metro emergían miles de personas para encontrar una ciudad devastada. Por algunas horas, la radio fue la única vía de comunicación. Reinaba el desconcierto.
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Barro Rojo realizó la ocupación coreográfica en el lugar exacto en el que el 19 de septiembre de 1985 se derrumbó el edificio Nuevo León, luego del terremoto que afectó a la Ciudad de México.
El objetivo fue ocupar con danza uno de los sitios emblemáticos no sólo por la tragedia sino por la gestación de los movimientos vecinales que dieron paso a la sociedad civil organizada.
Para los vecinos de la unidad habitacional de Tlatelolco, la magnitud del sismo fue de 192 departamentos destruidos, dejando un saldo de entre 200 y 300 muertos.
Barro Rojo, compañía familiarizada con el poder del cuerpo para materializar el desagravio, ocupó el espacio público como lo hizo hace 32 años llevando danza a quien más lo necesitaba. Una escena que a muchos vecinos les pareció familiar y les hizo recordar con nostalgia tan trágica fecha.
Para las 7:17 de la tarde, doce horas después de la coordenada temporal de tan trágico acontecimiento de 1985, los cientos de niños sacrificados al dios Tlaloque entre 1454 y 1457 por los aztecas, decidieron soltar la lluvia más torrencial del año.
Esta fuerte lluvia logró ahuyentar a las cámaras fotográficas y de video, pero por ningún motivo logró distraer a los vecinos de la Unidad Habitacional Tlatelolco, quienes con su aplauso, lograron hacer vibrar los cimientos que yacen bajo el Reloj de Sol que hasta el momento sigue marcando las 7:17.
Barro Rojo Artes Escénicas es una compañía con un espíritu que lucha por una filosofía clara: servir a la sociedad.
Fundada en 1982 en Guerrero, por el ecuatoriano Arturo Garrido, quien creía en la militancia como portadora de una ideología que pondera el sueño de la igualdad y la justicia entre los hombres.
Hernández Islas comentó que “Barro Rojo era todo lo que hasta ese momento la danza de concierto había negado. La danza dominante en los escenarios mexicanos exaltaba lo bonito, era un arte nice; la mayoría de las compañías estaban integradas por bailarines lindos, no había nacos, morenos y chaparros”.
El escritor asegura que el nombre de “Rojo” surge porque durante mucho tiempo fue un símbolo ideológico: de los jóvenes masacrados en Tlatelolco en 1968 que buscaban cambiar al mundo, de los levantamientos revolucionarios en Cuba en los 50 y de una generación que rompió con los prejuicios de una sociedad conservadora que decía no a la libertad del individuo.
“Se dice que la compañía fue y es estigmatizada por levantar la voz para hablar de temas socialmente dolorosos, como la discriminación, la explotación o el genocidio. Se le ha tachado de planfletario por no apegarse a las modas de arte exquisito, por trabajar con bailarines del color de la tierra, por vestir de manta, por levantar la voz para denunciar a los poderosos”, dijo José Luis Cruz, de la Dirección de Cultura de la delegación Tlalpan.
Barro Rojo, más que la perfección artística, busca acercarse a las expresiones de la cultura popular y construir un discurso ligado a problemas sociales.